Te amo por cejas, por cabello, te dabato en corredores blanquísimos
donde se juegan las fuentes de la luz,
te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza de cicatriz
voy poniéndote en el pelo cenizas de relámapago y cintas que
te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza de cicatriz
voy poniéndote en el pelo cenizas de relámapago y cintas que
dormían en la lluvia
No quiero que tengas una forma, que seas precisamente lo que
No quiero que tengas una forma, que seas precisamente lo que
viene detrás de tu mano,
porque el agua, considera el agua, y los leones cuando se disuelven
porque el agua, considera el agua, y los leones cuando se disuelven
en el azúcar de la fébula,
y los gestos, esa arquitectura de la nada,
encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.
Todo mañana es la pizarra donde te invento y te dibujo,
pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese pelo lacio,
y los gestos, esa arquitectura de la nada,
encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.
Todo mañana es la pizarra donde te invento y te dibujo,
pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese pelo lacio,
esa sonrisa.
Busco tu suma, el borde de la copa donde le vino es también la luna y el espejo,
busco esa línea que hace temblar a un hombre
Busco tu suma, el borde de la copa donde le vino es también la luna y el espejo,
busco esa línea que hace temblar a un hombre
en una galería de museo.
Además te quiero, y hace tiempo y frío.
Julio
Cortázar, Último round (Tomo II), Siglo XXI, Madrid, 2009 (1969), pp. 108-109
No hay comentarios:
Publicar un comentario