martes, 15 de noviembre de 2011

Dadora de las playas

De tus muchísimos amantes guardas destrezas, inesperados sesgos,
caprichos repentinos y falsas negativas que una sonrisa desmantela,
quizá la intermitencia de unos ojos hincados en el goce
y bruscamente, sin aviso, esa obstinada negativa a abrir los párpados,
no sé, cosas esquivas, cambios que remontan a gustos superpuestos,
a músicas distintas, a tantos bares donde diferentes manos te leyeron
y donde diferentes nombres entraron en tu alerta indiferencia
de pasajera, de indescifrable francotiradora.

A mi vez dejaré en tu piel la huella de estas ceremonias,
de hábitos definidos, de maneras y de ángulos,
oh arena donde tantos arquitectos levantaron sus torres y sus puentes
para que el viento las llevara mientras tú te volvías al malecón o al bar
virgen a tu manera, la manera mejor y más hermosa de ser virgen
dadora de las playas para los nuevos juegos.


Julio Cortázar, Último round (Tomo II), Siglo XXI, Madrid, 2009 (1969), pp. 136-137

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