martes, 6 de diciembre de 2011

El poeta propone su epitafio

Por haber mentido mucho ganó un cielo    
mezquino, a rehacer todos los días.
Por ser traidor hasta con la traición, lo amaban
las gentes honorables.
Exigía virtudes que no daba
y sonreía para que lo olvidaran.
No vivió. Lo vivían, un cuerpo despiadado
y una perra sedienta, Inteligencia.
Por no creer más que en lo bello, fue
basura entre basuras,
pero miraba todavía el cielo.
Está muerto, por suerte. Ya andará
algún otro como él.

Julio Cortázar, Último round (Tomo I), Siglo XXI, Madrid, 2009 (1969), pp. 248-271.

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